Acababa de emprender un camino que le llevaría hacia su final. Sabía que sus huellas serían borradas lentamente por ese viento cálido del sur y que sus lamentaciones apenas serían escuchadas por un eco lejano. Recordaba el sonido de las hojas marchitas que caían hasta los charcos de sangre y vísceras, y a pesar de todo, sonrió.
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