Entenderé esas bellas palabras como un triste adiós, como un reflejo
tenue y como el verso que no escribí.
Despejaré de mi horizonte los sueños, mil anhelos y los
orgasmos que no di.
Olvidaré aquel bello rostro, unas suaves manos y la cadencia
de esa voz.
Y al igual que nací, sin nada en mi interior ni deudas que
pagar, sin rencor, podré partir y así, hoy, moriré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario