Me nombraron custodio del dolor
extremo y amante de la negra amargura, me cubrieron de ropajes oscuros y me abrumaron con silentes palabras de
humillación.
Me abandonaron en un campo de batalla repleto de cuerpos en
descomposición y me obligaron a ponerme al frente de una hueste de tullidos y
deformes, para que los guiara en sus ansias de venganza.
Ahora hemos llegado a nuestro destino y
actuaremos como verdugos, sin piedad, para acabar con sus rijosas vidas y apoderarnos
de todo lo que nos han exigido.
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