El muñeco fue el primero en
cerrar los ojos y sonreír, después le seguimos los demás.
Lo hicimos tras oír las palabras del maniquí que nos anunciaba que,
por fin, había llegado el día en el que las palabras escritas a fuego en libros
sagrados empezarían a hacerse realidad.
El cielo, anhelado por algunos, se
tornará negro y el aire, que hasta hoy aspirábamos, se volverá denso y
maloliente, irrespirable.
Jamás se volverá a beber agua limpia y habrá que
conformarse con tragar los líquidos putrefactos que se vayan encontrando por el
camino.
Quizás ahora, los humanos piensen que llegó el juicio final, pero lo
que habrá llegado es el tiempo de los espantajos.