...pretendía que fuese amable y cariñoso... |
La vida me ha ido mandando ordenes
que no he querido acatar.
Me indicaba que la responsabilidad
sobre mis actos debía llevarme a abandonar aquel pequeño trozo de tierra que había
arrebatado a su anterior propietario con el golpe certero de mi maza.
Me pedía que liberara de sus cadenas
a los indígenas que tenía trabajando en mis campos hasta la extenuación y que no
los tratara de esa forma tan despótica.
Ha llegado a tal extremo, la
vida, que incluso pretendía que fuese amable y cariñoso con las personas que
formaban parte de mi familia, a las que no debía gritarles ni comportarme con ellas de
forma tan violenta.
He ido escuchando a lo largo de
los años su intensa amenaza de que al final pagaría con creces mi vil comportamiento,
pero, la verdad, es que hoy, tumbado sobre un lecho del que no me levantaré
más, mientras espero la llegada de la parca, hago memoria de esa vida, a la que
no obedecí jamás, y tengo la certeza de que, en nuestra disputa, yo he sido el
ganador.