Un grito, un aullido o cualquier llamada a la compasión no tendría sentido ya. Hemos llegado demasiado lejos y sé que todos vosotros ya lo habréis olvidado, pero el dolor y la tristeza siguen sacudiendo lo más profundo de mi alma. Me paseo entre una multitud de parásitos en una urbe inanimada y decadente. Todos sufrirán la involución y verán marchitar sus abyectas vidas. Yo no esperaré, sin pesar ni remordimiento pagaré mi penitencia.
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