Esta noche ha salido de su garganta
un grito desgarrador que anuncia una muerte deseada.
Lo he podido escuchar a
través de los gruesos muros de este penal en donde nos encerraron para
interrogarnos.
Han sido dos días terribles de torturas y amenazas bajo la
promesa de que alguno de los dos pagaríamos por ese delito.
Hemos intentado
aguantar todo lo humanamente posible, y casi hemos llegado a confesar, pero he aguantado
por ahora y mi amigo desconocía la verdad, que yo era el responsable.
Por ello,
mientras oigo como se acercan, he decidido que su óbito lo va a convertir en
culpable.
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