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Me decían que siempre debía mirar hacia delante y que no debía preocuparme de lo que dejaba atrás o de quienes caían a mi paso.
Me prometían un éxito fulgurante si seguía sus consejos y aprovechaba todas mis capacidades.
Me enseñaban una vida de lujo y riqueza donde tendría al alcance de mi mano todo lo que quisiera.
Pero, olvidaron algo importante, preguntarme si quería renunciar a ser yo mismo, y por eso, sonrío, al recordar sus caras cuando recogí mis cosas y me marché, con un lacónico ¡hasta nunca!