Han pasado ya más de tres años
desde el día en el que decidió cerrar los ojos para siempre...
Lo hizo porque estaba hastiado de
ver crecer espinos secos de las semillas que plantaba cada verano, cansado de
observar la densa niebla que ocupaba el horizonte durante la primavera y
aburrido de un otoño de colores saturados de hipocresía.
Tres largos años en los que nunca
rompió su promesa, hasta esta mañana de invierno, en la que, tras escuchar esa
voz infantil que cantaba, sencillamente, abrió los ojos.