viernes, 8 de mayo de 2015

La siringa


Desde que era niño he vivido luchando contra las imposiciones del cruel destino, buscando un lugar donde curar las heridas sangrantes del alma en el que poder llorar en silencio por los recuerdos olvidados.

He intentado construir espejos de piedra que reflejaran falsas imágenes del paso del tiempo, pero sólo he podido llenar la habitación de miles de relojes de arena.

He vagado por cientos de ciudades abandonadas en países sin nombre, repletas de sociables fieras e infames humanos, pero sólo he conseguido desgastar las suelas de mis viejos zapatos.

 Y ahora, en la decrepitud de una vida malgastada, acobardado por los espectros del pasado y oyendo la triste melodía de una siringa, aguardo el momento del último hálito, con la fiel compañía de una adusta familia de ratas.

miércoles, 6 de mayo de 2015

La espera

Amanece un día fresco, y su nueva luz, va cayendo sobre los últimos habitantes del pueblo, quienes, armados con palos, herramientas y piedras, aguardan la inminente llegada de una hueste bárbara, enviada por el déspota que los gobierna.

En absoluto silencio, sus ojos se van llenando de lágrimas de despedida y desde una garganta, quebrada por la emoción, se lanza la última arenga: –Hermanos, recordad que nosotros elevamos sueños imposibles a la categoría de realizables, y que nuestro sacrificio allanará el camino que deben recorrer nuestros descendientes. Resistid por ellos–.

jueves, 30 de abril de 2015

Los perros

Nos han abandonado en este desierto de asfalto y mugre para apartar de sus vidas a cualquier ser que les pueda recordar su origen humano.

Somos centenares de personas de distinta edad que a partir de ahora caminaran en busca de refugio y comida con la incertidumbre de si lo encontraremos y la certeza de que no será suficiente para todos.

Se puede ver ya a pequeños grupos que se han unido y que empiezan a calcular quienes serán los primeros prescindibles y de qué manera se repartirán sus escasas pertenencias.

No es algo que a mí me preocupe demasiado, pues no he traído más que unos viejos harapos que medio cubren mi desnudez.


Además, soy consciente de que mi final llegará esta noche, cuando me vaya quedando atrás, sin fuerzas para seguir arrastrando las piernas que me destrozaron, y sea devorado por los hambrientos perros que nos acompañan.

miércoles, 29 de abril de 2015

Tu compañía

Siempre he sido esclavo de mis impulsos y un siervo de todos mis temores.

A tu lado creí encontrar la fuerza necesaria para creer algo en mi persona.

Tú me prometiste alcanzar juntos un espacio único y mágico para nosotros.

Acabé dependiendo de tus caprichos y viviendo sólo para poder tenerte.

Y los únicos regalos que me has dado: un conjunto de venas quemadas y el deseo de morir para poder abandonarte.

viernes, 17 de abril de 2015

Ausentes

Ha llegado la primavera, y nada de lo que me prometieron se ha cumplido.


Las calles, siguen inundadas de un color gris ceniza, y la niebla, sigue ocultando todo aquello que quisiéramos ver.

Las voces de los niños, suenan ausentes, y las flores, hace tiempo que dejaron de existir.


Ha llegado la primavera, pero un año más vuelvo a estar sin ti.

sábado, 11 de abril de 2015

Mi biografía

Al nacer me obligaron a crecer bajo la falsa creencia en una vida sencilla, llena de esperanza y felicidad.

    En ella…

He escrito miles de poemas al dictado de un dios tirano que nunca me entregó el paraíso prometido.

He sido capaz de obedecer las órdenes insanas de antiguos generales que me inyectaban todo el odio acumulado en sus míseras vidas.

He llegado a cantar las canciones de amor y muerte, que tocaban mis enemigos, al ritmo de los sonidos de los huesos humanos al amontonarse.

He dejado que entierren mi cuerpo bajo toneladas de excrementos y cochambre para encontrar algo de aquel olor acre de mi juventud.

    Y ahora…

En mi vejez, cuando me reclaman la vida prestada, sólo me queda llorar lágrimas de sangre sobre un frío café, mientras espero a que el verdugo afile su hacha.

miércoles, 1 de abril de 2015

La soga

Desde aquí arriba puedo ver el desorden en el que conviven los objetos de mi habitación.

Veo un antiguo diario en el que sólo escribí las palabras principio y fin, unos juguetes de madera medio rotos y unos viejos discos de algún grupo olvidado.

También se puede ver, entreabierta, la maleta de cuero con la que regresé al hogar. Aún mantiene en su interior el sucio uniforme que me obligaban a utilizar a diario, junto a la camisa ensangrentada de una pelea perdida y el reloj de cuerda que un día robé.

En el suelo, arrinconados, se encuentran el colchón de muelles reventados donde duermo, una sucia manta medio deshilachada y la cuchara de plata que me regalaste, en donde mezclo el polvo blanco y el marrón.


Así, observándolo todo, y con media sonrisa, sólo espero que la cuerda que me ciñe el cuello sea capaz de aguantar el peso y que todo termine, al fin.