Cada vez está más presente la tendencia a elaborar discursos ideológicos abandonando la función de información que debe tener cualquier mensaje periodístico. Se buscan comentaristas para las tertulias de las televisiones o radios, que parecen saber de todo pero únicamente intentan convencer a los oyentes o espectadores lanzando mensajes simplistas y tergiversados.
Estos comentaristas "todo terreno", que saben de política, economía, deporte, sociedad, ... olvidan (para mantenerse como colaboradores con excelentes gratificaciones económicas) que su función debía ser la de analizar la realidad social, política y económica, ofrecer la información de manera objetiva y permitirnos comportarnos con madurez y sacar nuestras propias conclusiones.
Desgraciadamente es difícil saber si la responsabilidad es de las televisiones que imponen el entretenimiento sobre cualquier otra función, de los profesionales (periodistas, politólogos, economistas, etc.) que se dejan llevar por los anteriores o del conjunto de la sociedad que prefiere mantenerse aletargada, con pequeños arrebatos de protesta llenos de conformismo.
Seguramente todos tendremos nuestra parte de culpa, pero sobre todo de responsabilidad para corregir esta deriva y buscar, a través de la participación ciudadana, del periodismo riguroso, de un sistema de partidos políticos pulcro y de una práctica empresarial ética, algún camino de progreso en la construcción de una sociedad más justa y solidaria.
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