Hoy, nuevamente, me enfrento al más cruel de mis confesores, al más amargo compañero de viaje de mi triste existencia. Como siempre me juzgará sin compasión, sin prestar atención a mis alegaciones. Sabrá burlarse de mis actos y condenará al olvido cualquiera de mis pensamientos. Sé que quizá debiera huir, pero siempre fue mi último aliado, mi último recurso, y por eso, ya estoy aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario