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jueves, 4 de diciembre de 2014

Tres días

Es curioso como la profecía que pronunció el viejo de mirada agotada se había hecho realidad.

La lanzó en el instante en el que el soldado introducía un sucio puñal bajo sus costillas y con ello provocaba que la vida se le fuese escapando a través de un exiguo chorro de sangre.

Sus palabras estaban carentes de cualquier crítica o reproche, y sólo transmitían una resignación hacía la mansedumbre del ser humano.


Por eso hoy, cuando han pasado tres días y el calor del verano ha secado la tierra manchada de rojo, y al tiempo que nuestras encallecidas manos siguen cavando las fosas, volvemos a oír su voz anunciando, que con esa actitud pusilánime, los soldados volverían; y aquí están, divertidos, mientras apuntan sus armas a nuestras cabezas.