miércoles, 15 de julio de 2015

Mi viejo amigo

Al cruzar la puerta situada al final del pasillo me he encontrado con mi viejo amigo mirándome de forma extraña.

Sus ojos habían desaparecido y en su lugar brillaban dos clavos oxidados que lo mantenían colgado a la pared.

A sus pies, entre excrementos y vísceras caídos de su rajado abdomen, puedo ver las escasas pertenencias con las que llegó a este lugar: un libro medio quemado, dos monedas de cristal, algunos dientes de diferentes tamaños y una foto antigua de la mujer que amaba.

He recogido la foto, y al guardarla en el bolsillo de mi chaqueta, he sonreído al recordar lo fácil que me ha resultado hacerlo.

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