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miércoles, 15 de julio de 2015

Mi viejo amigo

Al cruzar la puerta situada al final del pasillo me he encontrado con mi viejo amigo mirándome de forma extraña.

Sus ojos habían desaparecido y en su lugar brillaban dos clavos oxidados que lo mantenían colgado a la pared.

A sus pies, entre excrementos y vísceras caídos de su rajado abdomen, puedo ver las escasas pertenencias con las que llegó a este lugar: un libro medio quemado, dos monedas de cristal, algunos dientes de diferentes tamaños y una foto antigua de la mujer que amaba.

He recogido la foto, y al guardarla en el bolsillo de mi chaqueta, he sonreído al recordar lo fácil que me ha resultado hacerlo.

sábado, 10 de enero de 2015

Mi infancia

Los recuerdos que tengo de mi infancia nunca han dejado de ser tenebrosos.

Sigue dentro de mí aquel rincón del patio del colegio desde el que, en absoluta soledad, veía jugar a mis compañeros, tanto, como aquella gélida y lóbrega habitación donde dormía.

Me acuerdo del oxidado juguete que había recogido de la basura y del pan duro que acompañaba la comida que nos iban regalando.

Sigo teniendo presente esos días de frío intenso, en los que las raídas mantas apenas cubrían el cuerpo de mis hermanos pequeños, y no añoro, para nada, aquellos períodos de canícula, en los que trabajaba, bajo un sol abrasador, las tierras de otros por unas lastimeras monedas–.

Al contarle todo esto al doctor, creo que le será más fácil comunicarme que, a partir de ahora y poco a poco, la enfermedad del olvido irá creciendo dentro de mí.