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viernes, 13 de noviembre de 2015

La hora señalada

El reloj marca, por fin, la hora de los mortecinos.

Mis pies, ajados, se han detenido incapaces de dar un paso más en la marcha forzada hacia la exterminación.

Mis ojos, implorantes, se cierran cansados de percibir señales de dolor y angustia que emanan de seres mediocres.

Mis oídos, sangrantes, estallan con la melodía producida por las cadenas que cuelgan de estrellas fracasadas.

Mi garganta, áfona, emite los últimos acordes de la primera lengua que supimos articular.

Y mi alma, exhausta, sólo quiere desaparecer.

miércoles, 15 de julio de 2015

Mi viejo amigo

Al cruzar la puerta situada al final del pasillo me he encontrado con mi viejo amigo mirándome de forma extraña.

Sus ojos habían desaparecido y en su lugar brillaban dos clavos oxidados que lo mantenían colgado a la pared.

A sus pies, entre excrementos y vísceras caídos de su rajado abdomen, puedo ver las escasas pertenencias con las que llegó a este lugar: un libro medio quemado, dos monedas de cristal, algunos dientes de diferentes tamaños y una foto antigua de la mujer que amaba.

He recogido la foto, y al guardarla en el bolsillo de mi chaqueta, he sonreído al recordar lo fácil que me ha resultado hacerlo.

miércoles, 17 de junio de 2015

La canción

Y al cerrar los ojos para dormir, vuelvo a recordar aquella dulce canción que hablaba de sueños corrompidos, amores desechados y lugares que destruir.

Aún dormido, puedo oír su pausada melodía, que acompaña las frases emitidas por amantes despechados, niños encabronados y artistas del dolor.

Y al despertar, me encuentro rodeado de un coro de miles de flores oxidadas, domadores de pulgas sin oficio y artesanos de espadas de papel; y todos ellos cantando a voz en grito la canción.

lunes, 16 de marzo de 2015

La última esperanza

Abro los ojos y me veo, tumbado entre heces y sangre, sobre un suelo embarrado, y noto un intenso ardor en la espalda que me recuerda los latigazos recibidos.

Fui capaz de aguantar consciente hasta el instante en el que el tirano vertía la mezcla de sal y vinagre sobre mis heridas.

No puedo moverme, pero en la penumbra acierto a ver a mis compañeros de asonada, algunos encadenados a la pared, otros tumbados en el suelo con sus miembros fracturados y los más débiles, amontonados en un rincón a la espera de ser enterrados.

Y mientras me acerco a la oscuridad de un sueño definitivo, puedo oír una mezcla de quejidos, llantos y aullidos espeluznante, que acompaña un pensamiento final hacía nuestros seres queridos, para los que fuimos la última esperanza.

martes, 3 de febrero de 2015

Negación

No quiero abrir los ojos,

...por temor a perder el sabor dulce de tu sexo.

No quiero despertar,

… a una realidad en la que te tienes que marchar.

No quiero olvidar,     

… el nombre que has inventado para mí.


No quiero vivir.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Las estaciones

Han pasado ya más de tres años desde el día en el que decidió cerrar los ojos para siempre...

Lo hizo porque estaba hastiado de ver crecer espinos secos de las semillas que plantaba cada verano, cansado de observar la densa niebla que ocupaba el horizonte durante la primavera y aburrido de un otoño de colores saturados de hipocresía.

Tres largos años en los que nunca rompió su promesa, hasta esta mañana de invierno, en la que, tras escuchar esa voz infantil que cantaba, sencillamente, abrió los ojos.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Nuestro momento

El muñeco fue el primero en cerrar los ojos y sonreír, después le seguimos los demás.

Lo hicimos tras oír las palabras del maniquí que nos anunciaba que, por fin, había llegado el día en el que las palabras escritas a fuego en libros sagrados empezarían a hacerse realidad.

El cielo, anhelado por algunos, se tornará negro y el aire, que hasta hoy aspirábamos, se volverá denso y maloliente, irrespirable.

Jamás se volverá a beber agua limpia y habrá que conformarse con tragar los líquidos putrefactos que se vayan encontrando por el camino.

Quizás ahora, los humanos piensen que llegó el juicio final, pero lo que habrá llegado es el tiempo de los espantajos.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Un amor

Hoy te he mirado a los ojos, y he comprobado con pavor una turbiedad en ellos que oculta tu forma de ser ruin y despreciable. 

He olvidado rápidamente la relación melancólica que nos unía, para salir corriendo sin dirección concreta.

Sólo busco perderme en la distancia necesaria para olvidar cualquier pequeño recuerdo de tu existencia.

que te preguntarás, durante escasos segundos, qué será lo que me ha llevado a emprender esta huida salvaje, pero pronto encontrarás a alguien nuevo a quién oprimir bajo tus despóticas condiciones.

Por fortuna para mí, ya estaré lejos, quizás en soledad para siempre, pero libre, al fin.