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jueves, 13 de septiembre de 2018

Querida hermana


Ayer estuve recorriendo los restos abandonados y semiderruidos de lo que una vez fue nuestro hogar.

Paseé por el jardín de rosas y el laberinto de boj que se habían convertido en una espesura oscura y salvaje de espinos, abrojos y zarzal.

Me asomé a la vieja cocina en donde nos arremolinábamos al calor de esa acogedora chimenea de la que ahora sólo emana mugre y hedor.

Intenté subir por la desvencijada escalera de madera que conducía a los espacios que nos tenían prohibidos, pero me lo impidió ella misma al mantener en pie tres o cuatro peldaños medio carcomidos.

Peregriné por toda la casa sin apenas sentir alguna emoción, sentimiento o recordar a alguien conocido…

…hasta que he pensado en ti, hermana mía.

Fue al entrar en tu habitación y encontrar medio quemada y tirada en el suelo a tu querida muñeca, reposando justo en el mismo lugar donde hace años te enterré.

En ese momento sí, por fin pude esbozar una sonrisa de felicidad.


martes, 14 de octubre de 2014

La despedida

Recluida en el pozo seco, pronto se callará, y con la llegada de la noche se dormirá para siempre.

Hasta que llegue ese momento, y a pesar del frío otoñal, permaneceré junto al brocal despidiéndome de ella, para después, marcharme a casa.

Allí, al calor de la chimenea, me esperará mi querida madre, con la cena preparada, a la que nunca podré perdonar que arrojara en ese hoyo, a mi, según ella, “sucia y vieja muñeca