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domingo, 10 de febrero de 2019

La furtiva


Cuando se ausentaba de casa lo hacía a escondidas y en silencio. Si su marido se enterara de esas furtivas escapadas todo acabaría en un triste y doloroso final.

Pero ese pensamiento lacerante desaparecía en el momento en que veía a su amigo aguardándola en el lugar de siempre, esbelto y robusto, mirando al mar y con la suave brisa marina acariciándole.

Al llegar a su lado repetía siempre el mismo ritual sin decir una sola palabra: le miraba dulcemente, le abrazaba largo rato y se acurrucaba bajo su cobijo.

En ese instante sonreía y, bajo sus frondosas ramas, se sentía viva y en libertad.

lunes, 23 de octubre de 2017

El balcón del mar

Vuelve a pedirme que le empuje, pero salgo corriendo antes de que termine de hablar. Me conozco demasiado bien el jueguecito de recuperar la mochila y quienes serán los que disfrutarán con él.

Tampoco me iré a casa para escuchar de nuevo que exagero, que son pequeñas bromas y que pronto acabará.


Esta vez no.


Hoy, llegaré hasta el balcón del mar, a escuchar las olas y respirar la sal, a beberme el viento y gritarle al sol.


Hoy, es el día en el que voy a aprender a volar, o al menos a descansar.

jueves, 14 de mayo de 2015

Noche en vela

...en tu ausencia he vuelto a encontrar la luz del sol, y en tu rencor, la libertad a la que un día renuncié.

...en la larga espera pude rellenar de palabras aquellos vacíos que me traía la soledad, y he podido escuchar el leve arrullo de la brisa fresca del mar.

Y, por fin, en el dolor de las noches en vela he saboreado el amargo producto de la traición.