viernes, 13 de junio de 2014

El apeadero

Después de pasar largos años vagando por los caminos, por fin he llegado a este apeadero. Me he sentado en la destartalada silla situada junto a tres extraños, apátridas como yo, que llevan esperando un tren de manera perpetua, el transporte prometido hacia una enajenación definitiva de sus demonios y horrores. No me han mirado ni han pronunciado una palabra, pero las cicatrices de sus rostros, las runas marcadas a fuego de sus manos y la vía muerta de raíles torcidos me hacen ver que ha llegado el momento de aguardar, a algo, a alguien...

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