Ha comenzado a llover sangre, pero la densa nube de contaminación sigue tan compacta como antes. La mujer de pelo bruno se ha marchado caminando hacia el interior de la cueva en busca de algún dios olvidado. Me ha mirado de reojo mientras iba despojándose de sus ropas y me ha lanzado una mueca lastimera antes de ponerse a reír a carcajadas . El sombrío perro que la acompañaba dejó de ladrar justo antes de saltar por el precipicio, y yo, que sigo arrastrando la enorme piedra tallada por las manos temblorosas de un viejo moribundo, al menos, he dejado de sentirme solo.
martes, 17 de junio de 2014
lunes, 16 de junio de 2014
El albergue
No recuerdo cómo ni cuándo llegué a este destartalado albergue habitado por engendros y despojos de la humanidad. Voy recorriendo sus angostos pasillos, serpenteando entre seres de toda ralea y objetos inanes y moribundos. Paso al lado de la princesa del cuento y observo la jeringuilla de su brazo mientras que una vieja desdentada le ofrece sexo con fingida ternura. A sus pies se arrastra un perro ciego con la boca cosida con alambre. Me cruzo con un hombre sin rostro que intenta tocar una guitarra desencordada para escapar de su amargura. Llego a una habitación repleta de ruedas en movimiento, bajo un mar de bombillas reventadas y anzuelos de los que cuelgan corazones secos y abandonados. Veo mi rostro mancillado en el reflejo de espejos rotos, con ojos si vida y piel cuarteada. Busco un espacio donde holgar mi cuerpo inútil porque, aunque nunca sepa el lugar en el que me encuentro, tengo la certeza de que al fin he encontrado mi sitio.
viernes, 13 de junio de 2014
El apeadero
Después de pasar largos años vagando por los caminos, por fin he llegado a este apeadero. Me he sentado en la destartalada silla situada junto a tres extraños, apátridas como yo, que llevan esperando un tren de manera perpetua, el transporte prometido hacia una enajenación definitiva de sus demonios y horrores. No me han mirado ni han pronunciado una palabra, pero las cicatrices de sus rostros, las runas marcadas a fuego de sus manos y la vía muerta de raíles torcidos me hacen ver que ha llegado el momento de aguardar, a algo, a alguien...
jueves, 12 de junio de 2014
La cacería
Después de una calma interminable, por fin, ha comenzado la cacería. Miles de seres humanos corriendo por extensas selvas de polvo y asfalto queriendo evadir una muerte segura que les acecha. No podrá quedar nadie con un hálito de vida. Siempre ha sido una cuestión de vencedores y vencidos, de vanas esperanzas de vidas soñadas y de la realidad infame sobre sueños no vividos. Quizás alguien anhela un pronto desenlace sobre la melodía de nuestros propios estertores, pero yo sólo alcanzo a soñar una certeza, saber si soy el cazador o la presa.
martes, 10 de junio de 2014
El camino
Todo el grupo va deambulando por este paisaje estepario, sabiendo que vamos dejando atrás los despojos de una nación podrida que se ha ido desintegrando sobre sus propias heces. Sólo quedamos la escoria sobreviviente de una batalla inmunda, de una decadencia programada por nuestros propios demonios, conscientes de una próxima expiración. Nadie habla, solo se van oyendo los sollozos lastimeros de los subyugados, las quejas silenciosas de los indolentes y los pasos arrastrados sobre la tierra yerma. No sabemos cuál es nuestro destino ni el rumbo que debemos tomar. Ni siquiera sabemos si acaso alguien llegará.
lunes, 9 de junio de 2014
El despertar
Es insólito lo que ha ocurrido, me he despertado por el estruendo que se ha producido en el exterior, pero al abrir la ventana sólo puedo ver desiertas avenidas de asfalto reblandecido, grandes edificios de acero y piedra resquebrajados, con los cristales reventados, aves de mal agüero posadas sobre cadáveres putrefactos, árboles carbonizados y alcantarillas que estallan esparciendo sus lodos nauseabundos. También alcanzo a otear una sombra extraña que se va acercando, que reclama un pago por la maldad y vileza de nuestro comportamiento y que me fuerza a saltar desde esta oquedad hasta su infinita negrura.
viernes, 6 de junio de 2014
Un final
Que singular es el sentimiento que he experimentado al cortar la piel hasta el hueso. Al brotar la sangre, púrpura, densa y con ese olor dulzón y argentado, he recordado la larga lista de experiencias vividas, la soberbia mundana que he conocido y a la única persona que mostró cierto afecto al pasar a mi lado. Estoy viviendo por fin un momento plácido, sereno y reposado. Se que pronto acabará, que esta quietud exquisita me abandonará como todos lo han hecho, del mismo modo que ahora se va escapando mi existencia por esta abertura sangrante.
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