sábado, 11 de abril de 2015

Mi biografía

Al nacer me obligaron a crecer bajo la falsa creencia en una vida sencilla, llena de esperanza y felicidad.

    En ella…

He escrito miles de poemas al dictado de un dios tirano que nunca me entregó el paraíso prometido.

He sido capaz de obedecer las órdenes insanas de antiguos generales que me inyectaban todo el odio acumulado en sus míseras vidas.

He llegado a cantar las canciones de amor y muerte, que tocaban mis enemigos, al ritmo de los sonidos de los huesos humanos al amontonarse.

He dejado que entierren mi cuerpo bajo toneladas de excrementos y cochambre para encontrar algo de aquel olor acre de mi juventud.

    Y ahora…

En mi vejez, cuando me reclaman la vida prestada, sólo me queda llorar lágrimas de sangre sobre un frío café, mientras espero a que el verdugo afile su hacha.

miércoles, 1 de abril de 2015

La soga

Desde aquí arriba puedo ver el desorden en el que conviven los objetos de mi habitación.

Veo un antiguo diario en el que sólo escribí las palabras principio y fin, unos juguetes de madera medio rotos y unos viejos discos de algún grupo olvidado.

También se puede ver, entreabierta, la maleta de cuero con la que regresé al hogar. Aún mantiene en su interior el sucio uniforme que me obligaban a utilizar a diario, junto a la camisa ensangrentada de una pelea perdida y el reloj de cuerda que un día robé.

En el suelo, arrinconados, se encuentran el colchón de muelles reventados donde duermo, una sucia manta medio deshilachada y la cuchara de plata que me regalaste, en donde mezclo el polvo blanco y el marrón.


Así, observándolo todo, y con media sonrisa, sólo espero que la cuerda que me ciñe el cuello sea capaz de aguantar el peso y que todo termine, al fin.

lunes, 23 de marzo de 2015

Último deseo

Oigo a mi lado que alguien me ofrece un último deseo.

No lo pediré, pues mi único anhelo sería volver a sentir el abrazo de tu piel madura y caer en el desafío que lanzan tus pechos al mecerse, sentir esa lucha que tus labios, impacientes, mantenían por devorar mi ser y llegar al instante en el que estallamos de placer, agotados.

Pero mi deseo es imposible, porque ayer te quitaron la vida.

lunes, 16 de marzo de 2015

La última esperanza

Abro los ojos y me veo, tumbado entre heces y sangre, sobre un suelo embarrado, y noto un intenso ardor en la espalda que me recuerda los latigazos recibidos.

Fui capaz de aguantar consciente hasta el instante en el que el tirano vertía la mezcla de sal y vinagre sobre mis heridas.

No puedo moverme, pero en la penumbra acierto a ver a mis compañeros de asonada, algunos encadenados a la pared, otros tumbados en el suelo con sus miembros fracturados y los más débiles, amontonados en un rincón a la espera de ser enterrados.

Y mientras me acerco a la oscuridad de un sueño definitivo, puedo oír una mezcla de quejidos, llantos y aullidos espeluznante, que acompaña un pensamiento final hacía nuestros seres queridos, para los que fuimos la última esperanza.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Canción de la vida

Me ha tocado jugar a la vida con el traje del eterno perdedor.

Me han llamado del infierno para que me olvide de alguien a quien amé.

Me han arrastrado la cara por una sucia alfombra de clavos y espinas.

Me han enviado a mi casa cien libros escritos con sangre que derramé.

Me han encerrado en mis miedos para que nunca escapara de la soledad.

Y han dejado pasar los años sin que nada cambiara, me señalaron al nacer… y muero sin rencor.

viernes, 6 de marzo de 2015

El banco

Una noche más me encuentro sentado en el banco del parque donde nos conocimos y prometimos estar siempre juntos.

El mismo sitio desde el que observábamos bellos atardeceres que inundaban de sueños y esperanza nuestro futuro.

Con el frío de la noche, la gente va pasando a mi lado y me observa con piedad, pero yo los voy ignorando con el recuerdo cálido de tus besos.

Hace años que te marchaste lanzándome amargas palabras de despedida, pero a pesar del tiempo que pase, yo, seguiré aquí sentado, aguardando tu regreso.

miércoles, 4 de marzo de 2015

El reencuentro

Volvemos a encontrarnos al final de nuestras vidas y aun así somos incapaces de perdonar ese error infantil que nos marcó para siempre.

No cruzamos ninguna mirada y nos mostramos incapaces de pronunciar alguna palabra de perdón o arrepentimiento.

Y mientras mantenemos esta falsa pose de aplomo y orgullo, en nuestro interior van surgiendo vanos deseos de volver atrás y corregir aquellos actos sin sentido.

Pero ninguno lo logrará, y seguiremos avanzando por los caminos estériles que nos alejaron de todo lo amado y que nunca nos permitirán reconciliarnos con nosotros mismos.