jueves, 13 de septiembre de 2018

Querida hermana


Ayer estuve recorriendo los restos abandonados y semiderruidos de lo que una vez fue nuestro hogar.

Paseé por el jardín de rosas y el laberinto de boj que se habían convertido en una espesura oscura y salvaje de espinos, abrojos y zarzal.

Me asomé a la vieja cocina en donde nos arremolinábamos al calor de esa acogedora chimenea de la que ahora sólo emana mugre y hedor.

Intenté subir por la desvencijada escalera de madera que conducía a los espacios que nos tenían prohibidos, pero me lo impidió ella misma al mantener en pie tres o cuatro peldaños medio carcomidos.

Peregriné por toda la casa sin apenas sentir alguna emoción, sentimiento o recordar a alguien conocido…

…hasta que he pensado en ti, hermana mía.

Fue al entrar en tu habitación y encontrar medio quemada y tirada en el suelo a tu querida muñeca, reposando justo en el mismo lugar donde hace años te enterré.

En ese momento sí, por fin pude esbozar una sonrisa de felicidad.


miércoles, 1 de agosto de 2018

Alatrón

Hoy zarparé en el barco de un ciego capitán que me prometió que hallaría en las entrañas del destino el paso a la eternidad.

Y mientras llegó a ese lugar, entre salitre, espumarajos y alatrón, recrearé el soñado edén con mis vísceras sobre el mar.

lunes, 23 de octubre de 2017

El balcón del mar

Vuelve a pedirme que le empuje, pero salgo corriendo antes de que termine de hablar. Me conozco demasiado bien el jueguecito de recuperar la mochila y quienes serán los que disfrutarán con él.

Tampoco me iré a casa para escuchar de nuevo que exagero, que son pequeñas bromas y que pronto acabará.


Esta vez no.


Hoy, llegaré hasta el balcón del mar, a escuchar las olas y respirar la sal, a beberme el viento y gritarle al sol.


Hoy, es el día en el que voy a aprender a volar, o al menos a descansar.

viernes, 7 de abril de 2017

En esta nueva ciudad

Y la verdad, no me siento tan extraño en esta nueva ciudad.

Caminando entre los escombros y avionetas de metal, respirando un humo negro o pisando la mezcla de barro, sangre y orín que hay bajo mis pies.

Dibujando en las paredes viejos planes de fuga, frases vulgares que no me dejaron gritar o escuchando los quejidos y lamentos de una decrépita caterva.

Observando con mirada transparente este cielo ocre que anticipa la lluvia ácida que nos permitirá beber.

Sonriendo, sin familia ni amigos con los que disimular, ni jefes ni falsos dioses ante los que capitular.

Arrojando a cada paso las absurdas cargas con las que cubrieron mis hombros.
Y durmiendo, a descubierto y en paz, con los dulces sonidos en mi interior de un alma cansada y abatida.

En verdad lo siento así, por fin me encuentro feliz en esta nueva ciudad.

lunes, 19 de septiembre de 2016

El burócrata

Me despierto tranquilo, con el brazo derecho apoyado en la silla de enea en la que reposa la cuchara que me regalaste el día de tu partida.

Mientras me levanto y aflojo la goma, escucho a través de las paredes, el tarareo monótono de una alboreá que anticipa una muerte lenta y dolorosa.

Una tonada que me recuerda que afuera me aguarda, paciente, el desconocido del traje de sarga gris que se acercó ayer para darme la nueva.

Un ser acostumbrado a la lenta espera que precede a su rutinario trabajo de limpieza de seres prescindibles para las élites de nuestra sociedad.

Una labor que realizará con la excelencia del burócrata bien entrenado y con la exquisitez del operario que huye de una existencia fútil.

Pero antes de todo me voy a mear…


viernes, 19 de agosto de 2016

Los cinco sentidos

Comenzó a despertarse y a sentir una la ligera modorra que le llamaba a acudir, subyugado, a los brazos del sueño.

Podía  sentir, lejanos, los recuerdos de la batalla, en la que se mezclaron gritos de vacuas proclamas que camuflaban el miedo y la cobardía; sonidos metálicos de armas enfrentadas; ráfagas sibilantes de balas atravesando carne humana y gritos desesperados de jóvenes bisoños que intentaban contener chorros de sangre sobre los que viajaban a su trance final.

Consciente de su nariz partida, comenzó a aspirar el acre olor de la muerte revuelto con el hediondo aroma a sangre y excrementos de los intestinos a medio descuajar.

Notaba, a su espalda, el braceo exhausto de compatriotas que, aplastados, luchaban por alcanzar una pizca de aíre para sus pulmones sentenciados.

En su boca, repleta de dientes partidos, pólvora quemada y blasfemias diversas, comenzaba a formarse el dulce sabor de la anhelada victoria.

Sus ojos, por fin abiertos, se fijaron en un sol que brillaba ajeno al absurdo deseo de una especie en inmolarse por cualquier dogma artificial, y al llegar la figura que tapó la vista, sólo sintió la nada. 

lunes, 15 de agosto de 2016

Lágrimas de sangre

Tú avidez en el amor me acercó hasta la puerta de los recuerdos extinguidos, y al atravesarla, por fin te he podido abandonar.

He brindado con vino atabernado bajo el viejo ciclamor en el que solía descansar el gato de angora que adornaba mi cuello en las tardes de invierno.

He caminado entre miles de moscas hambrientas que, ignorando mi presencia, continuaban su festín de intestinos humanos esparcidos por el camino de baldosas amarillas.

He sobrevolado escenas de guerras antiguas, con batallas a medio construir, en las que cientos de soldados sin bandera esperaban, hastiados, la orden definitiva que les llevara a morir.

He bailado canciones de amor con duendes expatriados y corridos mexicanos con trece princesas adictas a los polvos blancos y curas de Naxolona.

He llorado por la lluvia meona que cayó en Veracruz y por los vientos de bolina que arrastraron naves hacia arrecifes de acero y cristal.

Pero al girar la cabeza y encontrarte a mi lado, mi cuerpo abandona la huida y sólo puede llorar lágrimas de sangre.