viernes, 24 de julio de 2015

Ginebra seca

Hoy, al mirar mi reflejo en el sucio espejo de enfrente, he recordado a aquel hombre de profundas arrugas y semblante hastiado, que, apoyado en el rincón más oscuro del bar, apuraba un tiempo prestado, en largos tragos de la ginebra más seca.

Al mirarlo, podías ver en sus ojos, sanguinolentos, un dolor de admitida culpabilidad que nunca le abandonaría.

En su voz, quebrada por el humo del eterno cigarrillo que sostenían sus temblorosos dedos, escondía certezas de una vida cruel y cientos de consignas  sensatas que ninguna persona seguiría jamás.

Nadie hablaba con él, pero todos callábamos ante cualquiera de sus escasas intervenciones o en el momento en el que, tras dejar un billete arrugado y ajustarse el sombrero, se marchaba en un respetuoso silencio.

miércoles, 15 de julio de 2015

Mi viejo amigo

Al cruzar la puerta situada al final del pasillo me he encontrado con mi viejo amigo mirándome de forma extraña.

Sus ojos habían desaparecido y en su lugar brillaban dos clavos oxidados que lo mantenían colgado a la pared.

A sus pies, entre excrementos y vísceras caídos de su rajado abdomen, puedo ver las escasas pertenencias con las que llegó a este lugar: un libro medio quemado, dos monedas de cristal, algunos dientes de diferentes tamaños y una foto antigua de la mujer que amaba.

He recogido la foto, y al guardarla en el bolsillo de mi chaqueta, he sonreído al recordar lo fácil que me ha resultado hacerlo.

miércoles, 17 de junio de 2015

La canción

Y al cerrar los ojos para dormir, vuelvo a recordar aquella dulce canción que hablaba de sueños corrompidos, amores desechados y lugares que destruir.

Aún dormido, puedo oír su pausada melodía, que acompaña las frases emitidas por amantes despechados, niños encabronados y artistas del dolor.

Y al despertar, me encuentro rodeado de un coro de miles de flores oxidadas, domadores de pulgas sin oficio y artesanos de espadas de papel; y todos ellos cantando a voz en grito la canción.

miércoles, 3 de junio de 2015

Mi lugar

Me han buscado…
...en las palabras de los sabios, en las hojas de los árboles y en la sonrisa de un adiós.

Me han hablado…
...de la distancia de un abrazo, del rencor de tu mirada y de la muerte de una flor.

Me han llamado…
...con palabras extinguidas, con insultos camuflados y el apagado eco de tu voz.

Pero yo…
...sólo vivo abandonado,
en los brazos soñolientos,
de una dulce agonía,
que recorre mis venas,

...con la promesa de algún dios.

jueves, 14 de mayo de 2015

Noche en vela

...en tu ausencia he vuelto a encontrar la luz del sol, y en tu rencor, la libertad a la que un día renuncié.

...en la larga espera pude rellenar de palabras aquellos vacíos que me traía la soledad, y he podido escuchar el leve arrullo de la brisa fresca del mar.

Y, por fin, en el dolor de las noches en vela he saboreado el amargo producto de la traición.

viernes, 8 de mayo de 2015

La siringa


Desde que era niño he vivido luchando contra las imposiciones del cruel destino, buscando un lugar donde curar las heridas sangrantes del alma en el que poder llorar en silencio por los recuerdos olvidados.

He intentado construir espejos de piedra que reflejaran falsas imágenes del paso del tiempo, pero sólo he podido llenar la habitación de miles de relojes de arena.

He vagado por cientos de ciudades abandonadas en países sin nombre, repletas de sociables fieras e infames humanos, pero sólo he conseguido desgastar las suelas de mis viejos zapatos.

 Y ahora, en la decrepitud de una vida malgastada, acobardado por los espectros del pasado y oyendo la triste melodía de una siringa, aguardo el momento del último hálito, con la fiel compañía de una adusta familia de ratas.

miércoles, 6 de mayo de 2015

La espera

Amanece un día fresco, y su nueva luz, va cayendo sobre los últimos habitantes del pueblo, quienes, armados con palos, herramientas y piedras, aguardan la inminente llegada de una hueste bárbara, enviada por el déspota que los gobierna.

En absoluto silencio, sus ojos se van llenando de lágrimas de despedida y desde una garganta, quebrada por la emoción, se lanza la última arenga: –Hermanos, recordad que nosotros elevamos sueños imposibles a la categoría de realizables, y que nuestro sacrificio allanará el camino que deben recorrer nuestros descendientes. Resistid por ellos–.